Celaya, Gto., a 3 de noviembre de 2025.- Por Laurencio Covarrubias
México vive un punto de inflexión histórico. La crisis que atraviesan regiones como Uruapan, los conflictos del agro, los bloqueos de transportistas y los reclamos de productores de limón y naranja no son hechos aislados: son el reflejo de un país que enfrenta el deterioro simultáneo de sus estructuras productivas, sociales y humanas. A la inseguridad y el abandono del campo se suman ahora los graves rezagos en salud y educación, pilares fundamentales de cualquier proyecto de nación.
Uruapan: territorio en disputa
El caso de Uruapan, Michoacán, es el más visible y alarmante. El control criminal sobre empacadoras, los cobros de piso y la violencia contra trabajadores del campo han provocado paros, bloqueos y miedo. La producción limonera y aguacatera, que sostiene a miles de familias, se ha convertido en rehén de la extorsión. El Estado, en muchos municipios, ha sido sustituido por el crimen organizado. La consecuencia no es solo económica: comunidades enteras han perdido el acceso a servicios básicos y a la tranquilidad cotidiana.
El agro en crisis estructural
En buena parte del país, los agricultores sobreviven con precios de garantía insuficientes, escasez de agua, falta de crédito y aumento de costos. Los pequeños productores —de maíz, caña, cítricos y hortalizas— ven cómo la inseguridad y la falta de apoyo técnico destruyen sus esfuerzos. Las zonas rurales están envejeciendo y despoblándose: los jóvenes emigran porque el campo ya no ofrece futuro. Sin una reforma profunda que incluya infraestructura hídrica, energía accesible y seguridad alimentaria, el agro mexicano seguirá atrapado en el abandono.
Transportistas: el pulso de la economía
Los transportistas, tanto de carga como de pasajeros, padecen robos constantes, extorsión y carreteras deterioradas. El aumento del combustible y la falta de apoyo gubernamental han provocado protestas en todo el país. El transporte es la columna vertebral del comercio nacional, pero hoy opera en condiciones precarias. Cuando un camión no llega, el desabasto se multiplica; cuando un conductor muere en una emboscada, no solo se pierde una vida: se debilita la red que mueve a México.
La salud colapsada: hospitales sin recursos y médicos sobrecargados
A la crisis productiva se suma una emergencia silenciosa: la del sistema de salud. Hospitales sin medicamentos, carencia de especialistas y un sistema fragmentado entre IMSS, ISSSTE e IMSS-Bienestar generan desigualdad y abandono. En estados agrícolas, las clínicas rurales carecen de equipamiento básico; mujeres y niños recorren kilómetros para ser atendidos; la mortalidad por enfermedades prevenibles ha aumentado. La pandemia dejó una lección no aprendida: sin salud pública sólida, no hay desarrollo sostenible.
Educación: generaciones sin rumbo
La educación mexicana atraviesa una de sus etapas más difíciles. Las escuelas rurales carecen de maestros, conectividad y materiales. Los jóvenes del campo, que deberían ser la fuerza productiva del futuro, abandonan la secundaria para trabajar o emigrar. La brecha entre la educación urbana y rural es ya un abismo. La formación técnica agroindustrial, indispensable para modernizar el campo, es casi inexistente. Sin un sistema educativo que forme y retenga talento en las regiones, el desarrollo será una promesa vacía.
Reconstruir el pacto nacional
Hoy México necesita de respuestas, de ello dependerá si se hunde en el deterioro o si inicia un nuevo ciclo de esperanza y reconstrucción nacional. México atraviesa un momento crítico en su tejido económico y social. Los recientes conflictos en Uruapan, las protestas de transportistas, los bloqueos de productores de limón y naranja, así como las tensiones en diversas regiones del país, son síntomas de un modelo agotado, donde la inseguridad, la falta de políticas estructurales y la ausencia de acuerdos sostenibles han puesto al límite a sectores esenciales.
México está ante un punto de inflexión, un momento decisivo. No se trata ya solo de resolver conflictos aislados, sino de replantear el modelo de desarrollo incluyente que favorezca la unidad, que permita el bienestar de las personas, sus familias, sus comunidades, no más palabrería y propaganda. Hoy México requiere seguridad para las personas y sus familias, un sistema de justicia imparcial y digno, un campo protegido, seguridad para moverse en libertad, un ambiente propicio para el desarrollo de las diversas actividades económicas, una educación moderna que mire al futuro, un sistema de salud digno, un estado de derecho que asegure equidad y justicia social.
México necesita un nuevo pacto nacional que articule seguridad, justicia, salud, educación y productividad,como ejes indivisibles. Un estado garante de los derechos individuales universales e inalienables.





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