Celaya, Gto., a 16 de octubre de 2025.- Celaya ha venido distinguíéndose cada día con su interés de realizar buen cine, y ahora ha logrado despertar interés con «El Perro«, cortometraje celayense que, poco a poco, se está abriendo camino en festivales y circuitos de cine experimental. Lo que comenzó como un proyecto independiente entre jóvenes cineastas locales, ahora empieza a recibir reconocimientos que lo colocan en la mira nacional e internacional.

El Perro, escrito y dirigido por Alberto Aguilar, nace como una propuesta artística del cine experimental del Bajío, sobre una idea original de Adrián Vorfreude, quien además participa como protagonista en la cinta.
El estreno local fue apoyado por el Instituto de Arte y Cultura de Celaya, que invitó a la comunidad a una función gratuita del cortometraje en el Teatro de la Ciudad.
Además, el cortometraje ha sido proyectado en espacios culturales alternativos, incluso en versiones “underground”, donde se ha presentado junto con otros cortos locales antes de su exhibición principal.
Estas primeras funciones no sólo han acercado el proyecto al público local, sino que también han permitido que los creadores expliquen su proceso creativo, intenciones simbólicas y retos detrás de cámaras.

El Perro no es un cortometraje convencional, sino que navega entre lo experimental y lo simbólico, aborda “la alineación espiritual a través de la metamorfosis, la lucha entre nuestros sentimientos y emociones como humanos y trascender más allá, representado como un espíritu animal que se apodera del personaje.”
Este enfoque sugiere que más allá de contar una historia de manera lineal, los creadores apuestan por un lenguaje visual que dialoga con el inconsciente, con la identidad y con elementos simbólicos de la psique.
La elección de “el perro” como figura simbólica —un animal cargado de resonancias culturales: lealtad, instinto, vínculo con lo humano— dota al proyecto de múltiples lecturas posibles, dependiendo del espectador.
El avance del cortometraje hacia circuitos cinematográficos registra varios hitos que demuestran que el proyecto ha sido bien recibido más allá de lo local:

El Perro ganó un premio en un festival de cine en Costa Rica, además de obtener una mención honorífica en el Experimental Film Guanajuato, fue nominado en los Premios Masho 2025 en Cartago, Costa Rica, y será exhibido en Querétaro, moviéndose dentro de circuitos regionales más amplios.
Si bien, por ahora, no ha accedido a grandes premios nacionales, estos reconocimientos ya sitúan a El Perro como un referente emergente en el cine experimental del Bajío.
Como en toda producción independiente, el equipo detrás de El Perro ha afrontado retos de logística, recursos y visibilidad. La narrativa experimental implica además riesgos: puede que no todos los públicos comprendan su lenguaje simbólico, y a veces las plataformas de exhibición sean limitadas.
La estrategia de mezclar funciones locales, exhibiciones en circuitos artísticos alternativos y postulaciones a festivales externos parece una apuesta eficaz para construir audiencia e historia crítica poco a poco.
Los creadores han mostrado en funciones y sesiones de preguntas su voluntad de compartir el proceso: desde las decisiones visuales, la gestación de imágenes simbólicas y metáforas hasta cómo manejar los recursos técnicos mínimos con los que contaban.
Para Celaya, El Perro representa una bocanada de aire fresco en el ámbito cultural: confirma que las ideas locales pueden tener proyección más allá de los límites geográficos. Un cortometraje nacido entre comunidades artísticas emergentes encuentra ahora respaldo entre festivales y públicos interesados en el cine de autor.
Este tipo de proyectos incentiva que más jóvenes se animen a contar sus visiones, incluso cuando no cuenten con grandes recursos. Además, aporta a la diversificación cultural de la ciudad: cine que habla de lo íntimo, de lo simbólico, diferente al cine comercial.
El Perro aún es un proyecto en ascenso, pero sus primeros pasos ya muestran firmeza: una propuesta estética ambiciosa, un equipo comprometido, un ancla en la escena local y un ojo hacia espacios internacionales.
Es válido reconocer que el camino del cine experimental es una ruta menos transitada, donde el apoyo institucional, la difusión y las plataformas de exhibición juegan un rol crucial. Que Celaya tenga un cortometraje que empieza a “caminar” con reconocimiento fuera de su territorio es motivo de orgullo y, sobre todo, esperanza para quienes quieren hacer cine en esta ciudad.





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