Guanajuato, Gto., 13 de octubre de 2025. — El Festival Internacional Cervantino, considerado el encuentro cultural más importante de América Latina, vivió una de sus jornadas más vibrantes con una combinación inesperada y poderosa: el ritmo ancestral del fandango veracruzano y la energía atemporal de la música de The Beatles, interpretada bajo nuevas lecturas sonoras que conquistaron al público reunido en la Alhóndiga de Granaditas y en las plazas principales de Guanajuato capital.

La tarde comenzó con un despliegue de son jarocho, zapateado, jarana, requinto y arpa que resonaron como un latido colectivo. Diversas agrupaciones veracruzanas ofrecieron un fandango abierto, invitando al público a integrarse en la tarima, en un gesto que reivindica al Cervantino no solo como espacio de espectáculo, sino como territorio vivo de tradición comunitaria. Los versos improvisados, cargados de picardía y poesía popular, se entrelazaron con la voz de jóvenes músicos que buscan preservar y renovar el son desde la raíz.
Cuando el sonido del mar del Golfo de México parecía haberse instalado definitivamente en el corazón de los asistentes, el escenario dio un giro inesperado con el homenaje “Beatles en son jarocho”, una reinterpretación que fusionó clásicos como “Come Together”, “Here Comes the Sun” y “Let It Be” con los compases del fandango y el espíritu festivo de las fiestas patronales del Sotavento. La Alhóndiga estalló en aplausos al escuchar cómo el icónico “Hey Jude” se transformaba en un coro colectivo de jarana y zapateado, demostrando que la música popular, venga de Liverpool o de Tlacotalpan, comparte un mismo pulso de resistencia y alegría.

Críticos y cronistas culturales presentes coincidieron en que esta edición del Cervantino reafirma su vocación: derribar fronteras entre géneros, generaciones y geografías. La noche cerró con un fandango masivo, donde turistas, guanajuatenses, músicos y visitantes extranjeros bailaron al ritmo del son, mientras una banda juvenil interpretaba, entre sonrisas y palmas, un “Twist and Shout” que sonó más mexicano que nunca.
El Cervantino, fiel a su espíritu, volvió a demostrar que la cultura no solo se contempla: se baila, se canta y se comparte.





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