Celaya, Gto., a 25 de septiembre de 2025.- En un contexto global marcado por avances vertiginosos en inteligencia artificial (IA), la Universidad de Guanajuato (UG) está apostando por un enfoque que trascienda lo técnico para orientar sus esfuerzos hacia la equidad, la inclusión y el compromiso social. Investigadores, directivos y académicos de esta casa de estudios han comenzado a articular iniciativas que buscan que la IA no sea un privilegio de pocos, sino una herramienta para potenciar capacidades, reducir brechas y fortalecer el tejido social.

Investigadores de la UG promueven la “IA para inclusión social”. En particular, Salvador Estrada, de la universidad, ha propuesto la “Economía de Colores” como una guía para un desarrollo creativo, sostenible e inclusivo. Esta inquietud, que combina innovación con valores humanos, es reflejo de una tendencia creciente dentro de la institución: no basta con desarrollar algoritmos, sino que es necesario garantizar que esos desarrollos beneficien a sectores tradicionalmente marginados.
La rectoría, en su más reciente informe, también ha puesto énfasis en la inclusión como uno de los pilares del quehacer institucional. Durante su informe de actividades, la Rectora General la Mtra. Claudia Susana Gómez L. destacó “inclusión, compromiso social y capacidad científica” como ejes de acción para la universidad. El reconocimiento externo lo acompaña: la UG fue distinguida con el premio “Inclusión y diversidad universitaria” por sus Programas de Equidad Regional (PER).

Este respaldo institucional y simbólico abre el espacio para que las iniciativas de IA con enfoque social se vinculen con la misión y los valores de la universidad.
Una de las piedras angulares en el impulso responsable de la IA es la reflexión ética. En ese sentido, la UG ha avanzado en la elaboración de una Guía para el uso ético de la IA —versión preliminar— en la que se incorporan los valores del Código de Ética institucional, como la protección a la autonomía humana, la privacidad y la búsqueda de la verdad.
Este documento subraya que los sistemas de IA pueden reproducir “sesgos algorítmicos” si no se supervisan adecuadamente; es decir, prejuicios humanos que se trasladan al ámbito digital. El enfoque de la universidad es claro: que la IA refuerce, no socave, los ideales de justicia, libertad y equidad que la UG profesa.
Este tipo de esfuerzos institucionales no ocurren en el vacío: la comunidad internacional ha comenzado a pronunciarse sobre la necesidad de marcos éticos globales. Por ejemplo, la UNESCO aprobó en 2021 una Recomendación sobre la ética de la IA, que establece principios como la equidad, la transparencia y el respeto a derechos humanos. En México, esas recomendaciones comienzan a tener eco también en las políticas educativas y de innovación.
Un buen programa académico sin aplicaciones reales puede quedarse en el discurso. Afortunadamente, la UG ya muestra manifestaciones tangibles de su apuesta social mediante IA: En el ámbito de la docencia, un estudio reciente analiza cómo el uso de herramientas de IA ha impactado en estudiantes de Ingeniería Geomática de la UG, no sólo en competencias técnicas sino también en su percepción de las competencias digitales; Durante foros universitarios, se ha presentado un programa llamado inteligencia artificial estratégica, social y solidaria, que apunta a orientar proyectos que atiendan problemáticas locales desde una perspectiva de IA social; colaboraciones externas: la UG se ha sumado al proyecto Acelerando México con Inteligencia Artificial 2025, junto con el Instituto de Innovación y actores privados, con la meta de impulsar iniciativas tecnológicas con impacto social; a nivel local, la UG ha establecido convenios con el gobierno municipal de Guanajuato para coordinar esfuerzos en bienestar social y conocimiento, lo que podría abrir rutas para aplicar soluciones de IA al servicio ciudadano; en paralelo, el Instituto de Innovación de Guanajuato ofrece capacitación para que ciudadanos y servidores públicos puedan aplicar IA en la automatización de procesos, gestión digital y toma de decisiones informadas.

Estas actividades muestran que la UG no solo piensa en la IA como objeto de estudio, sino como herramienta para incidir en lo social, para “democratizar” el acceso al progreso tecnológico.
1. Reducción de brechas digitales y educativas: una IA bien implementada puede ofrecer tutorías personalizadas, material adaptado para personas con discapacidad, apoyo en lenguas originarias o zonas rurales, entre otros. Pero para lograrlo, es imprescindible que la infraestructura —internet, computación, alfabetismo digital— sea extendida a quienes más lo necesitan.
2. Empoderamiento de comunidades: con algoritmos diseñados desde contextos locales, comunidades pueden usar IA para resolver sus propias problemáticas: salud preventiva, predicción de riesgos ambientales, monitoreo de recursos, identificación de zonas de vulnerabilidad social, etc.
3. Riesgos de exclusión y sesgos: si los datos con los que se entrenan los modelos no representan adecuadamente a grupos marginados, pueden perpetuarse desigualdades. Aquí es donde la guía ética y la comisión responsable de la UG juegan un rol clave.
4. Sostenibilidad institucional: desarrollar IA con responsabilidad social demanda recursos (humanos, materiales) y coordinación interinstitucional. La continuidad de proyectos depende de financiamiento, políticas universitarias estables y colaboración externa (gobierno, empresas, sociedad civil).
El impulso que ha tomado la Universidad de Guanajuato es prometedor, pero el verdadero desafío será consolidarlo. Algunas líneas de acción sugeridas: Fortalecer laboratorios interdisciplinarios de IA social, involucrando ciencias sociales, humanidades, arquitectura, salud, entre otros; incorporar la ética de la IA en toda la formación de ingenieros, programadores y científicos de datos, no como materia aislada sino como enfoque transversal; generar plataformas de “IA pública” donde proyectos desarrollados por la universidad estén disponibles a comunidades rurales o vulnerables; establecer comités de seguimiento y auditoría ética para los proyectos de IA, con participación estudiantil y de la sociedad civil; medir resultados sociales: no solo cuántos algoritmos se desarrollaron, sino cuántas personas mejoraron sus condiciones de vida gracias a ellos.
La Universidad de Guanajuato ha empezado a transitar —no sin complejidades— por el camino de hacer de la inteligencia artificial un motor de inclusión social. En un mundo donde muchas universidades compiten por imaginar nuevos algoritmos, la UG se juega el reto más grande: imaginar algoritmos para servir, acompañar y hacer justicia social. Ese giro puede marcar la diferencia entre una IA para pocos o una IA para todos.
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