Celaya, Gto., a 25 de julio de 2025.– En un giro inesperado del comercio agroalimentario, el gobierno estadounidense del expresidente Donald Trump reactivó y elevó los aranceles sobre el jitomate mexicano, un movimiento con impacto directo en regiones productoras del Bajío como Guanajuato.
El 14 de julio de 2025, la administración Trump canceló el Acuerdo de Suspensión de Derechos Antidumping sobre el jitomate mexicano, vigente desde 1996 y renovado por última vez en 2019, imponiendo un arancel de aproximadamente 17 % al 20 % sobre las importaciones frescas de jitomate de México. Esta medida busca proteger a los agricultores de Florida, que acusan a los productores mexicanos de vender por debajo del costo de mercado.

México exporta a EE. UU., alrededor del 70–90 % del jitomate consumido en ese país proviene de México; seis de cada diez jitomates consumidos en EE. UU. son mexicanos. En 2024 la exportación alcanzó cerca de 1.9 millones de toneladas, valuadas en unos 3.3 mil millones de USD, con 98 % dirigidas al mercado estadounidense.
Aunque el Bajío (incluido Guanajuato) tiene una temporada de cosecha más tardía en comparación con Sinaloa o Baja California, parte de su producción coincide con el mes de julio, justo cuando inicia el arancel. El valor económico del jitomate en México lo posiciona como uno de los principales productos agroexportadores —el tercer más importante detrás del aguacate y la cerveza— generando cientos de miles de empleos directos e indirectos.

Guanajuato ocupa el 12° lugar en la producción nacional de jitomate, con un volumen de más de 111 mil toneladas en 2024, el volumen de exportaciones de tomates frescos de Guanajuato a Estados Unidos representa una pérdida de 249 millones de dólares (mdd), es decir, el 10 por ciento de las exportaciones agroalimentarias. El 80 por ciento del total de exportaciones se concentran en 10 compañías del estado, mientras que el 20 por ciento restante se concentra en 23 empresas adicionales.Los datos indican que el 99 por ciento de las exportaciones de tomate guanajuatense son hacia Estados Unidos
Sin duda las consecuencias son varias, podemos identificar entre otras: La caída de demanda y precios, las exportaciones desde Guanajuato podrían enfrentar menor acceso al mercado estadounidense, al encarecerse el producto para los importadores; el riesgo laboral es alto, pues cientos de trabajadores en empacadoras, transporte y comercialización podrían ver reducidos sus ingresos o perder empleo parcialmente; y por último y no menos importante es la presión financiera que sufrirán los productores regionales que no puedan competir con el arancel constante podrían enfrentar quiebras o reducción de inversión para la siguiente temporada.
A decir de un exportador “Sin poder exportar, nuestros excedentes podrían quedarse en el campo o venderse a precios bajos en mercados locales.”
Como representante de pequeños agricultores, anticipa también un efecto dominó en supermercados y cadenas de restaurantes que dependen del jitomate importado.

La Gobernadora de Guanajuato y autoridades estatales aún no han emitido una postura pública específica sobre este conflicto.
A nivel federal, el Gobierno de México ha calificado el arancel como injustificado y contra los intereses mutuos, e intenta negociar alternativas con EE. UU. para evitar efectos inmediatos en la cadena productiva r
Los importadores y minoristas estadounidenses ya prevén incrementos de entre 6 % y 10 % en el precio de venta al público de jitomate fresco, particularmente variedades como cherry, roma y vine-ripe, donde dominan las importaciones desde México. Algunos analistas estiman incluso alzas de hasta 40 %‑85 % en ciertos periodos, especialmente en invierno, cuando la oferta local disminuye
El arancel que Estados Unidos impuso en julio de 2025 representa un serio reto para la economía agrícola del Bajío, especialmente Guanajuato. Si bien la región no concentra la mayor parte de la exportación nacional de jitomate, comparte temporada productiva y mercado con estados costeros. El impacto se traducirá en menores ventas, presión laboral y pérdidas potenciales para la cadena agroindustrial local. Mientras tanto, el consumidor estadounidense enfrentará precios más altos y menor variedad, y el Gobierno mexicano lucha por revertir o mitigar las consecuencias.





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