Celaya, Gto., a 28 de junio de 2025.- Celaya, en el corazón del Bajío guanajuatense, ha sido desde hace más de un siglo un nodo vital en la red ferroviaria nacional. Desde la llegada del ferrocarril a finales del siglo XIX, esta ciudad agrícola y comercial comenzó una transformación que la colocaría como un punto estratégico en el mapa económico de México. El silbato del tren no solo trajo progreso, sino también una nueva forma de vida que definiría el carácter moderno de la ciudad.
La historia del ferrocarril en Celaya comienza formalmente en 1880, cuando las locomotoras del Ferrocarril Central Mexicano conectaron la ciudad con la capital del país y con el norte industrial. De 1878‑1880 se construyó la línea Celaya–León con ramal a Guanajuato, bajo la concesión de Francisco Z. Mena, operada por una empresa integrada por Parkman y socios. La obra fue adquirida por el Ferrocarril Central Mexicano alrededor de 1880; entre 1881‑1883 llegaron otros ferrocarriles, una línea desde Ciudad de México -vía Querétaro- en 1881 que modificó su ancho de vía en 1882, y la ruta México–Laredo en 1883. Esto convirtió a Celaya en un importante nodo ferroviario, como parte de un impulso modernizador impulsado por el régimen de Porfirio Díaz, quien veía en la expansión ferroviaria un motor de desarrollo económico y control político. Celaya, por su ubicación geográfica privilegiada, se convirtió en un eslabón esencial entre la Ciudad de México, el Bajío y el norte del país.

La estación de ferrocarril, construida con arquitectura de influencia europea, fue testigo del crecimiento comercial y demográfico de la ciudad. Por ella llegaban mercancías, maquinaria agrícola, productos industriales y personas de todas partes. El campo celayense encontró en el tren una vía eficiente para exportar productos como trigo, garbanzo y, más tarde, la icónica cajeta. A su vez, la industria incipiente se fortaleció con el acceso a materias primas y mercados distantes. Como nota curiosa, Celaya incluso tuvo tranvías de tracción animal (1906–década de los 50): uno conectaba la hacienda de Roque con la estación, y otro enlazaba con el molino El Carmen
La presencia del ferrocarril marcó no solo la economía, sino también la geografía urbana de Celaya. La ciudad creció hacia el sur, donde se asentaron talleres, bodegas y viviendas de trabajadores ferroviarios. Barrios como El Becerro o la Zona de la Estación florecieron al calor del vapor de las locomotoras, y generaciones enteras encontraron en los ferrocarriles un medio de sustento y un símbolo de modernidad.
El personal ferroviario —maquinistas, garroteros, despachadores— no solo dio vida a los trenes, sino también a una cultura del trabajo técnico y disciplinado. La figura del ferrocarrilero se volvió parte del imaginario colectivo celayense, y aún hoy, muchos adultos mayores recuerdan con orgullo haber trabajado en “la empresa”.
Como nota curiosa, Celaya incluso tuvo tranvías de tracción animal (1906–década de los 50): uno conectaba la hacienda de Roque con la estación, y otro enlazaba con el molino El Carmen

Durante la Revolución Mexicana, el ferrocarril en Celaya también jugó un papel crucial. La Batalla de Celaya de 1915, uno de los enfrentamientos determinantes del conflicto, se libró en buena medida por el control de las vías férreas. El general Álvaro Obregón supo utilizar la movilidad que ofrecía el tren para derrotar a las fuerzas de Pancho Villa, consolidando su liderazgo militar.

El siglo XX fue testigo del auge y eventual declive del ferrocarril como principal medio de transporte. Si bien durante décadas las estaciones de Celaya continuaron siendo un punto neurálgico del comercio y el tránsito de pasajeros, la expansión del transporte carretero y la crisis de Ferrocarriles Nacionales de México a finales del siglo XX llevaron al cierre del servicio de pasajeros y la reducción de la actividad ferroviaria.
Aun así, Celaya no perdió del todo su carácter ferroviario. El transporte de carga se mantuvo como una función relevante, y la ciudad conservó su infraestructura como testimonio histórico. La antigua estación conserva la memoria de un tiempo en el que el tren era sinónimo de progreso.

Hoy, con proyectos como la Puerta Logística del Bajío y los planes para el Tren de Pasajeros entre Querétaro e Irapuato, el ferrocarril vuelve a ocupar un lugar en la visión de futuro de Celaya. La ciudad, que supo crecer con las vías del tren como columna vertebral, se prepara para recuperar su papel como eje logístico nacional.
El tren, que alguna vez marcó el pulso de la ciudad, podría volver a ser protagonista de su desarrollo. La historia y la geografía están de su lado.





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