Celaya, Gto., a 25 de junio de 2025.- La Sinfonía Núm. 10 en re menor, Op. 93, de Dmitri Shostakóvich, será interpretada en concierto por la Orquesta Sinfónica Silvestre Revueltas del Conservatorio de Música de Celaya para conmemorar el 50 Aniversario luctuoso de su autor.

La Sinfonía Num. 10 no es solo una obra monumental del repertorio sinfónico del siglo XX, sino también un documento sonoro profundamente político, emocional y personal. Compuesta en 1953, tras la muerte de el dictador ruso Iósif Stalin, esta sinfonía ha sido interpretada durante décadas como una suerte de catarsis artística del compositor soviético, quien durante años vivió bajo la sombra de la represión estalinista.

Shostakóvich, cuya música fue vigilada de cerca por el régimen soviético, había dejado de componer sinfonías desde la aparición de su Novena en 1945. Aquel periodo de silencio sinfónico coincidió con los años más duros del estalinismo, en los que fue acusado de “formalismo burgués” y obligado a retirar o modificar sus obras.

La Sinfonía No. 10 marcó su regreso a la gran forma orquestal y fue estrenada el 17 de diciembre de 1953 por la Orquesta Filarmónica de Leningrado bajo la dirección de Yevgeny Mravinsky. Desde entonces, ha sido considerada una de las más poderosas y personales de todo su catálogo.

La sinfonía está estructurada en cuatro movimientos:

  1. Moderato: Un largo movimiento inicial sombrío y reflexivo, considerado por muchos como una meditación sobre el terror y la opresión. Se trata de una música que parece hablar desde las entrañas de un pueblo silenciado, con un desarrollo lento y denso, plagado de contrastes emocionales.
  2. Allegro: Breve, violento e implacable, este segundo movimiento ha sido interpretado como un retrato musical de Stalin, o bien, como una representación del terror mismo. Su ritmo frenético y sus clímax brutales lo convierten en una de las páginas más enérgicas y agresivas del compositor.
  3. Allegretto: En este movimiento aparece por primera vez el monograma musical D-S-C-H (Re, Mi bemol, Do, Si natural), un motivo que representa las iniciales del propio Shostakóvich en notación alemana. Es un movimiento más irónico, casi sarcástico, con guiños melódicos que evocan una lucha entre lo íntimo y lo absurdo.
  4. Andante – Allegro: El final abre con una especie de marcha fúnebre que desemboca en una coda victoriosa. A menudo se ha visto como una afirmación personal de supervivencia artística ante la represión. El motivo D-S-C-H regresa con fuerza, reclamando la identidad del compositor.

Aunque Shostakóvich nunca confirmó públicamente la carga autobiográfica de la obra, testimonios cercanos, como los recogidos en las polémicas memorias Testimonio (publicadas póstumamente), han dado pie a una lectura donde la Sinfonía No. 10 se convierte en una confesión musical, una especie de diario íntimo cifrado, donde se manifiestan el miedo, la ironía, la crítica y, finalmente, la esperanza.

A través de una orquestación magistral, contrastes dramáticos y la inclusión de su propio monograma musical, Shostakóvich logró construir una sinfonía que trasciende el sonido para convertirse en un símbolo de la lucha del arte frente a la tiranía.

Hoy, más de setenta años después de su estreno, y a 50 del fallecimiento de Dimitri Shostakovih la Sinfonía No. 10 sigue resonando con fuerza en las salas de conciertos del mundo, recordándonos que, incluso en los contextos más opresivos, la música puede seguir siendo un acto de libertad. No te pierdas esta oportunidad de escucharla en el Teatro de la Ciudad de Celaya, interpretada por la Orquesta Sinfónica Juvenil Silvestre Revueltas, este jueves 26 a las 19:30 hrs.

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