Celaya, Gto., a 14 de abril de 2025.— Con profunda tristeza, el mundo literario despide hoy a Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura y último representante vivo del histórico «Boom Latinoamericano». El escritor peruano, nacionalizado español, falleció a los 88 años en París, ciudad donde residía desde hace varios años, acompañado de su familia.
Vargas Llosa no solo fue uno de los autores más influyentes del siglo XX, sino también un intelectual comprometido, polémico y lúcido, cuya voz marcó el debate cultural y político del mundo hispano durante más de seis décadas. Su legado incluye obras monumentales como La ciudad y los perros, La casa verde, Conversación en La Catedral y La fiesta del chivo, que redefinieron la narrativa latinoamericana y lo consagraron como uno de los grandes escritores de todos los tiempos.

El fin de una era
Con su muerte, se cierra simbólicamente el ciclo del «Boom Latinoamericano», aquel movimiento literario que en las décadas de 1960 y 1970 catapultó a la fama mundial a una generación de autores latinoamericanos que transformaron la literatura con una voz única, universal y profundamente innovadora. Vargas Llosa compartió este movimiento con figuras como Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Carlos Fuentes, todos ellos ya fallecidos.
A diferencia de muchos de sus contemporáneos, Vargas Llosa se caracterizó por una constante evolución estilística y una voluntad férrea de abordar los grandes conflictos humanos, sociales y políticos desde múltiples registros narrativos. Nunca rehuyó el compromiso ni la controversia, lo que lo convirtió también en una figura central del pensamiento liberal en el mundo hispano.

Una vida de letras y pasión
Nacido en Arequipa en 1936, Vargas Llosa inició su carrera como periodista antes de irrumpir en la escena literaria con La ciudad y los perros en 1963, una novela que rompió con los moldes tradicionales del realismo y causó un escándalo en su país natal. Desde entonces, su producción fue constante, rigurosa y diversa, abarcando novelas, ensayos, obras de teatro y artículos periodísticos.
Su obra fue reconocida con los más altos galardones: el Premio Cervantes, el Príncipe de Asturias, el Nobel de Literatura en 2010, entre muchos otros. Pero más allá de los premios, lo que distinguió a Vargas Llosa fue su tenacidad para defender la libertad individual, la democracia y la literatura como ejercicio de la imaginación y la crítica.

La Dictadura Perfecta
Recordamos, cuando hace varias décadas (1990), en la cúspide del control absoluto del poder presidencial en México (deja vu), en la ciudad de México se llevó a cabo un encuentro de escritores convocado por el poeta, también Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, y organizado por la revista Vuelta: «La Experiencia de la Libertad», cuando inesperadamente, Mario Vargas Llosa, dejando sorprendido a todo el mundo, incluso al propio Octavio Paz, refiriéndose al sistema político del PRI, ominipresente, lanzó aquella frase lapidaria, que marco el Encuentro: “México es la dictadura perfecta”.

Una huella imborrable
Las reacciones no se han hecho esperar. Intelectuales, políticos, escritores y lectores de todo el mundo han expresado su pesar por la pérdida de un autor que supo retratar como pocos la complejidad del alma humana y la turbulencia histórica de América Latina.
En sus últimos años, Vargas Llosa siguió escribiendo con la misma pasión de sus inicios. Su última novela, publicada en 2023, fue recibida con entusiasmo, confirmando que su talento no conocía desgaste.
Mario Vargas Llosa deja un vacío inmenso, pero también una herencia que seguirá viva en las bibliotecas, en las aulas, en los cafés donde se discute literatura y en cada lector que se sumerja en el universo vibrante de sus palabras.
Con su partida, no solo muere un escritor: se apaga una era. Pero como él mismo escribió alguna vez, «la literatura no es otra cosa que un intento desesperado por hacernos sentir que la vida vale la pena».
Hoy, más que nunca, sus palabras nos acompañan.





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